¿Es Emilio Lozoya un corrupto solitario? Esta es la pregunta que ha acaparado la discusión de políticos, medios de comunicación y sociedad. ¿Es creíble que este esquema de sobornos que tuvieron como destino una campaña presidencial y una de las grandes reformas estructurales de este país, sean atribuibles a un solo personaje? Si este fuera el caso sería el único, de entre varios en Latinoamérica, y algunos en Europa y África, donde un hombre orquestó todo, se benefició de todo, engañando a todos y ahora está salpicando a inocentes por venganza o por presión de sus captores.
Los escándalos de sobornos de Odebretch han manchado a la clase política a lo largo de Latinoamérica. En Brasil, epicentro del escándalo provocado por la empresa Odebretch, una tercera parte del gabinete, más de 20 senadores, cerca de 50 diputados y cinco presidentes del país amazónico han estado bajo investigación. En Perú unos 50 funcionarios están prófugos de la justicia por asuntos relacionados con la empresa brasileña, que involucra a cuatro expresidentes, Kuczynski, Toledo, Humala y otro, Alán García que cometió suicidio como consecuencia de la acusación, además de un miembro de la Corte Suprema, un exgobernador y otros servidores públicos. En países como Colombia, Panamá, Guatemala, El Salvador y Ecuador, entre otros se ha descubierto una red de funcionarios involucrados en el tema Odebretch.
Por alguna razón en México no se había consignado a ni un solo funcionario por actos relacionados con este escándalo. El primero que fue señalado formalmente por sus vínculos con la empresa brasileña fue el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, a quien, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, le fue abierto un expediente por parte del entonces Fiscal contra Delitos Electorales, Santiago Nieto Castillo, pero en ese momento el hilo se rompió por lo más delgado y Nieto fue obligado a dejar el cargo. La rueda de la fortuna giraría muy pronto, Lozoya se convertiría en prófugo y Nieto Castillo en titular de la hoy poderosísima UIF, quien siguió una huella que no se borra fácilmente, la del dinero.
Hoy que Lozoya es el primer consignado por el caso Odebretch en México, este tomó la decisión de ser testigo colaborador, quien, a cambio de concesiones en su proceso, está delatando a quienes, según su dicho, son otros beneficiados de ese esquema corruptor.
Lozoya es efectivamente un criminal confeso, pero ¿eso hace que sus señalamientos de otros implicados deban ser descartados? Es evidente que la fiscalía no lo ve así. Si se parte del supuesto que la declinación de Lozoya a seguir combatiendo desde una cárcel española su extradición a México se dio bajo las bases de mutua conveniencia, donde Lozoya obtendría beneficios por su información, pero esta, una vez revisada, sería suficientemente valiosa y contundente para llevar a juicio y castigar a otros involucrados. Sería difícil pensar que se negoció sólo con base en su dicho y no en lo que podía probar de manera contundente.
La meta en un pleno estado de derecho será llegar a una averiguación y fallo judicial justo, sin víctimas políticas, pero tampoco sin escapistas, como los ha habido en este país por tantos años. Por lo pronto el gobierno parece creer en la teoría de una red de corrupción y los acusados en la del corrupto solitario. ¿Qué versión crees que, como decía un celebre personaje de cine, insulte nuestra inteligencia?
Notario Público y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP
maximilianogarciap@gmail.com