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El video de Pío

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
24 agosto, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
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¿Cómo un cóctel Molotov puede destruir el puer­to de Beirut? La respuesta es con una con­ferencia mañanera del presidente Andrés Ma­nuel López Obrador. El viernes elevó a nivel de escándalo nacional lo que en la víspera parecía un golpe periodístico con vi­da efímera. El periodista Carlos Loret difundió en la plataforma de Latinus un video donde el ex coor­dinador de Protección Ci­vil, David León, entrega­ba un millón de pesos a Pío López Obrador para el “movimiento”. No ha­bía mucho contexto, ni una dimensión de lo que podría significar, sumado a que León respondió que en esa época no era funcionario, sino consul­tor privado, y recaudaba fondos para entregar­los a la causa. Era grave, pero de daño limitado.

También era una acción que el Presidente pu­do haber resuelto fácilmente. Si le preguntaban en la mañanera del viernes podría señalar que de esa transacción tendrían que responder y ex­plicar su hermano y León, no él. Ahí estaban sus fusibles. Si se calentaban mucho las cosas, los fu­sibles quemados los podía desechar. Si se le em­pezaba a pudrir el dedo del pie podía cortárse­lo para impedir que le subiera la gangrena. Pero la desmedida centralización de poder que ejer­ce López Obrador, fue un búmeran. Un proble­ma con posibilidades de control se descontroló, y en su explicación no pedida en la mañanera se desbarrancó. No se dio cuen­ta muy probablemente, pero lo que hizo, en primer lugar, fue reconocer que violó la ley.

Por sus propias cándidas revelaciones el viernes, López Obrador nos informó a todos que León le había informado que iba a aparecer ese video. Si tuvo días para preparar una estrategia de contención o de respuesta, ¿por qué no lo hizo? Al abrir el Presiden­te el tema en la mañanera, pa­recía que utilizaría la técnica de ser él mismo quien deto­nara la crisis para poderla conducir y adminis­trar. Esa técnica permite tener todo bajo control y llegar al puerto deseado, encapsulando el da­ño. López Obrador hizo lo contrario. Detonó la crisis y la bomba explotó en su pecho.

Legalmente, aunque las leyes no son lo su­yo, hay evidencias que podrían dar cause a una investigación por delitos electorales. Dinero en efectivo para un “movimiento”, como dijo León, que en ese momento ya era partido (Morena) y estaba compitiendo en sus primeras elecciones. Probablemente ese presunto delito electoral haya prescrito, pero en el contexto de las acusaciones que se debaten hoy sobre presuntos pagos ilega­les a campañas políticas, ¿cuál es la diferencia? López Obrador la quiso diferenciar con los mon­tos, pero es tanto como decir que si uno roba po­quito, es diferente a robar mucho. Cantidad no es calidad. Punto.

Aún si así lograra torearlo, al ser este el énfa­sis de la prensa política en el análisis de las con­secuencias del video, hay otros temas de índole penal que quedan abiertos para investigación en el más estricto sentido de la ley. El más impor­tante es el presunto delito de delincuencia orga­nizada, que en el artículo 16 párrafo nueve de la Constitución, se entiende como “una organiza­ción de hecho de tres o más personas para come­ter delitos en forma permanente o reiterada”. En este sentido, adicionalmente, existe la presun­ción de delitos de utilización de recursos proce­dencia ilícita, que también se integran en los de­litos de delincuencia organizada.

Entonces, si Pío López Obrador y David León se reunieron para apoyar al “movimiento” de An­drés Manuel López Obrador, y éste reconoció el viernes que sí sabía de esas entregas, podría ar­gumentarse la configuración del delito de delin­cuencia organizada –el Presidente, en todo ca­so, tiene inmunidad-, al que se le agrega el dine­ro de procedencia ilícita porque no hay ningún registro de dónde viene. López Obrador dijo que eran aportaciones de la gente “para fortalecer el movimiento”, que se entregaban en efectivo pa­ra pagar diversas cosas, pero son sólo palabras, porque no hay ninguna documentación que lo soporte, cuando menos hasta ahora.

Para efectos de argumentación únicamente, sin que esto se tome como afirmación o insinua­ción siquiera, ¿no podrían venir esos recursos del narcotráfico? O ¿no podrían haber salido del era­rio chiapaneco? El Presidente no estaría metido en este embrollo con implicaciones penales de no haber confirmado que él sabía de estas ope­raciones ilegales e irregulares. Podría no haber­lo sabido exactamente en su momento, pero al admitir que estaba enterado previamente al vi­deo y no actuó en consecuencia, lo convierten en presunto cómplice. No hay ninguna lógica para que autoinculpación.

Esa entrega ilegal de recursos, que no fueron reportados al Instituto Nacional Electoral como gastos de campaña, llevó a López Obrador al pre­sunto delito de evasión fiscal. Reconoció el pre­sidente el viernes que de esa forma “obtenía mi sueldo”, lo que se infiere nunca devino impuestos. Hay que recordar que no es la primera vez que lo dice. Lo señaló durante la pasada campaña pre­sidencial –antes había dicho que vivía de las re­galías de sus libros-, donde agregó que también había contribuciones de partidos políticos. Sus ingresos y su pago de impuestos correspondien­tes, han sido un tema de debate por años.

López Obrador ha sido un político que ha op­tado siempre por no querer saber de dónde sale el dinero para apoyos. Hace casi dos décadas, la entonces presidenta del PRD, Rosario Robles, le dijo que un empresario –Carlos Ahumada- esta­ba dispuesto a financiar campañas del partido. López Obrador le dijo que no quería saber nada de los detalles, y que solucionara el financiamien­to. Los antecedentes son hoy irrelevantes, al me­terse en el centro del escándalo. Hizo explotar el puerto de Beirut con una botella con gasolina, y dijo que esto le daba la oportunidad para que to­do lo público –y lo privado, como también ha si­do costumbre de la casa-, se haga público. El Pre­sidente se pintó la cara de guerra para la guerra que el viernes declaró.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADORCarlos Loretcóctel MolotovDavid LeónProtección Civil

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