Nada es eterno. Ni todo lo bueno, ni todo lo malo dura para siempre. Hay cosas, situaciones y, sobre todo, personas que deberían durar para siempre, pero, desafortunadamente no es así, todo tiene fecha de caducidad. Nada es eterno.
Hace ya algunos años compre un coche; que, por cierto, ha sido el único auto que he comprado directamente de una agencia y ese olor… ese olor a nuevo que a todos enamora, entro por mis fosas nasales y género un sentimiento de satisfacción brutal; si lo has olido, sabrás a que me refiero; es un olor que hace que cada centavo que pagaste por el coche valga la pena. Todo en ese auto era reluciente y era una delicia conducirlo, pasaba horas admirándolo y a todos les gustaba. Me encantaba pasear en él. Recorrimos muchos kilómetros y juntos nos reímos y hasta un par de cabezazos nos dimos. Su potencia era increíble, la suavidad de la caja de cambios era como cortar mantequilla con un cuchillo caliente, se conducía tan fácil que parecía que tenía piloto automático. Me esforcé en cuidarlo, le cuide el motor y le hice todos los mantenimientos que debía. Lo trate bien, le cambiaba y alineaba sus llantas, le revisaba los frenos, le cambie el aceite en muchas ocasiones, lo lave y encere tantas otras, le puse incluso alguno que otro accesorio caro que no necesitaba, le mejore el sonido, trate de reparar lo antes posible cualquier detalle en la carrocería, le remendé alguna rotura en las vestiduras, lo cubría del sol y hasta le cambiaba el aromatizante con frecuencia… Soy de esas personas que le otorgan una personalidad a las cosas, como si tuvieran vida propia… Y así paso con este coche.
Pero el tiempo no perdona. Por más cuidados que le diera, todo tiene fecha de caducidad. El coche ya no era el mismo. Pasaron los años y el coche perdió potencia y la pintura ya no brillaba como antes, los frenos empezaron a fallar y aunque iba a revisarlos, el mecánico me informaba que ya no solo eran las balatas, también el disco estaba dañado. Lo mismo pasaba con el motor, si no eran las bujías, era la batería la que fallaba. El tanque de gasolina acumulo mucha basura por ponerle combustible de mediana calidad y el filtro se tapaba. Las llantas estaban gastadas y cuando buscaba cambiarlas, elegía una opción barata que nunca me dio el mismo rendimiento que las originales. Las vestiduras se ensuciaron y aunque las lavaba, quedaban marcas y desgastes que jamás se iban a quitar. El equipo de sonido empezó a fallar y hasta una bocina, en un día de euforia, de tanto volumen se rompió y retumbaba como tambor viejo. Lo lleve con varios mecánicos buscando encontrar a alguien que lo dejara como cuando lo atendía el mejor mecánico de la agencia, pero jamás lo pude encontrar. Mi coche, por más aromatizantes que le pusiera, ya no olía a nuevo… y tal como dije, aunque no me gustara, tuve que aceptar que nada es eterno.
Aunque varios me decían que cambiara de auto, yo me resistía y me aferraba a sus mejores tiempos, mejor dicho, me aferraba a nuestros mejores tiempos. Pero, acepte que tenía que buscar otro coche. No fue sencillo emocionalmente, pero tuve que tomar la decisión de dejarlo ir… todo sucedió muy rápido, en un par de días el coche se había ido. Debo admitir que tuve un sentimiento de nostalgia, una parte de mí no quería soltarlo, pero sabía que era lo correcto, era momento de cerrar un ciclo y de buscar algo nuevo… era tiempo de renovar mi coche blaugrana.
Tuve que dejarlo ir porque los caballos de fuerza que Puyol había dejado en el motor ya no relinchaban y la caja de cambios de Iniesta y Xavi ahora está en un deshuesadero asiático. El clutch de Busquets con el que cambiaba las velocidades ya no desliza como antes y la bomba de gasolina de Alba se tapó. Las balatas de Alves y Valdés ya no frenaban y los accesorios caros como Ibra y Alexis fueron desechados. Las intermitentes de Pedro se fundieron, la velocidad de Villa se esfumo y la potencia de Eto´o se jubiló; el equipo de sonido de Pique ya no sonó con la misma fuerza y las refacciones fueron un fiasco, las refacciones turcas Turan nunca funcionaron y hasta las refacciones originales Fábregas jamás embonaron. El mecánico Guardiola se cambió de taller y hasta el piloto automático Messi se empezó a apagar… el sol quemo los colores blaugranas de la carrocería y por ahora, parece que no hay ningún tipo de pulido y encerado que le pueda volver a sacar brillo. El choque que sufrió solo ha sido la cereza del pastel, un bólido alemán impacto tan fuerte al equipo condal que hasta por dentro lo rompió… Desbielado lo dejo.
Desbielado es una expresión que desde la mecánica se ha permeado en la cultura popular. El motor desbielado se refiere a la falla crítica de las bielas, que son unos brazos de acero que unen a los pistones con el cigüeñal. Si las bielas se doblan o se rompen, estamos hablando de daños e irreparables al motor. Hoy ya no sólo lo usamos para hablar de motores, sino también para describir a objetos o personas que percibimos descompuestos, sin fuerza o sin vigor.
La derrota contra el Bayern Múnich ha mandado al “deshuesadero” a una época y a un estilo. El coche se desbielo y aunque duela, ahora hay que renovarlo: Es tiempo de cerrar ciclos.
Nada es eterno. Ni todo lo bueno, ni todo lo malo dura para siempre… El futbol y la vida dan revanchas. Es momento de dejar ir y de reinventarse.
Es momento de cambiar de coche, no de colores.
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