Pocos se atreven hoy en el PRI a decir lo que piensan. Mucho menos a enfrentarse a su dirigente nacional, Alejandro Alito Moreno y a su factótum, el poder detrás del trono, José Murat Casab.
Peor aún cuando sin decirles ni agua va, sin saber siquiera que se estaba trabajando en el tema, les pusieron enfrente —en pleno Consejo Político a distancia— una propuesta de cambios a los estatutos en la que el presidente del partido centralizaba las decisiones más importantes.
A golpe de marro, elaborada en la oscuridad por una Comisión de Ideología, la nueva propuesta estatutaria no sólo quita a los grupos parlamentarios la elección de sus líderes de bancada —se la queda el presidente del partido—, sino que los obliga a consultar el sentido de su voto y a “transmitir” la resolución a los integrantes del grupo.
Ah, y ay de aquellos que quieran irse por la libre bajo el esquema de “frentes” (¿o de bloques de contención?). Será también el presidente del partido quien defina la posición que deberán asumir.
¿Reacción inmediata?
Silencio… Silencio profundo en los chats de los legisladores. Un silencio que decía más que cualquier otra cosa.
En los estados ocurrió otro tanto al ver que se les quitaba de las manos el registro (la decisión) de los candidatos de su partido a cargos de elección popular.
Autoritarismo. Concentración y centralización del poder.
Tal es el tinte de los cambios aprobados por el Consejo Político virtual (aunque nadie tiene certeza de quiénes estaban realmente conectados, además de que no se le dio la palabra a quienes la solicitaron) y que ahora se somete a la aprobación de los Consejos Políticos Estatales.
La mayoría de aquellos con quienes conversamos tienen la certeza de que estos cambios no van a servir. ¡Al contrario!
Cuando quieran obligar a que se elija y se decida lo que el centro dictamina, la gente simplemente se va a dar la media vuelta y se va a ir para otro lado, aseveran.
Sólo un cambio parecía agradarles: la “reforma Vanessa”, que impedirá que las candidaturas plurinominales se obsequien a simpatizantes del partido.
Por lo demás, descalificación y rechazo:
“Es una visión restauradora de un pasado que nunca existió, al menos en el PRI que yo conocí”, apuntaría la diputada yucateca y ex presidenta del partido, Dulce María Sauri.
Pero hay otros que van más allá y sostienen:
—Es la marca de la casa: Murat-Alito. Se quieren repartir el resto del partido entre ellos solos (la pandilla), en lugar de ganar más con todos. ¡Se formaron en la gandalla y la oscuridad!
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GEMAS: Obsequio del líder de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar al Tribunal Electoral: “Lo que no queremos es que nos apliquen un ‘ortegazo’”.