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Apretones a Lozoya

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
6 agosto, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
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La negociación de Emilio Lozoya con el fiscal general Alejandro Gertz Manero comenzó hace bastante tiempo, antes de que el ex director de Pemex se fuera de México. Hablaron en la oficina del fiscal con un compromiso previo, acordado a través de altos funcionarios que sirvieron de intermediarios: Gertz Manero no lo detendría en ese momento –aún no había orden de aprehensión-, pero Lo­zoya tendría que aportar información útil para el caso que estaba construyendo. Gertz Mane­ro lo escuchó 20 minutos y lo interrumpió. Has­ta ese momento, le dijo, no le había dicho nada que no supiera. Ochenta y cinco minutos des­pués, el fiscal acabó la plática. Que no le quita­ra el tiempo, le dijo, y lo despidió.

Gertz Manero presionó a su abogado, Javier Coello Trejo, para que dejara la defensa de Lo­zoya, y ante la negativa se reactivaron casos pe­nales para obligarlo a ello a través de su fami­lia. No funcionó con él, pero repitió la táctica con Lozoya. Mientras se escondía, inició proce­sos contra su madre, su hermana y su esposa, a quienes se les giraron órdenes de aprehensión. Lozoya, presionado por su padre, aceptó termi­nar la negociación truncada con Gertz Manero, pero al llegar a México, siguió sin dar la infor­mación prometida.

Gertz Manero se deshizo de Coello Trejo de manera indirecta. El abogado de Lozoya se ne­gó a participar en el montaje que había nego­ciado su padre para que se entregara a cambio del criterio de oportunidad que le permite la ley para cambiar su libertad si declara contra quie­nes fueron sus jefes. Entre los puntos centra­les que había aceptado con la Fiscalía General, fue que denunciaría ante el ministerio público al ex presidente Enrique Peña Nieto y al ex se­cretario de Hacienda y Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.

Gertz Manero le quiere transferir la carga de la prueba a Lozoya, y darle una salida al presi­dente Andrés Manuel López Obrador de enjui­ciar a su antecesor a través de la denuncia de un tercero. Él no incumplirá su palabra al no perse­guir a Peña Nieto, pero tampoco pagará el costo político de no hacer nada en su contra. Lozoya no ha cumplido lo pactado, aunque por la par­te de gobierno las cosas avanzaron como que­daron. Salió a la libertad condicional directo del hospital donde lo trataban de una anemia, aun­que el ex director de Pemex carga bastantes ki­los más de los que tenía en sus mejores épocas.

Hasta ahora, ni pruebas, ni denuncia ante el ministerio público, lo que ha generado moles­tia en la Fiscalía General por la palabra incum­plida, y preocupación porque no tienen todavía nada sobre lo que puedan trabajar. Lozoya esta­ba jugando con Gertz Manero, pero el fiscal ya le reviró. Por petición suya, la policía alemana hizo un cateo la semana pasada en la casa don­de viven su esposa y sus hijos en Alemania. Se desconocen las razones y los resultados del ca­teo, pero sirvió como recordatorio a Lozoya de que tiene que cumplir para que recupere su li­bertad plena. Tampoco le han quitado las acu­saciones a su madre y a su hermana.

La pelota está del lado de Lozoya, por lo que toca a la Fiscalía, pero entrará en otro terreno. En el momento en que empiecen las denuncias y el juez llame a declarar a los imputados, el ex director de Pemex comenzará a enfrentar a los abogados de los señalados, que irán por su ca­beza. Jurídicamente será un momento muy im­portante, y puede entrar en un terreno de fuer­te turbulencia, más allá de probar sus dichos con hechos. Un alegato posible es la improce­dencia del criterio de oportunidad negociado con Gertz Manero, al haberse aplicado sin que mediara la sentencia de un juez. La vida alegre de Lozoya de la que goza, en el entendido que la alternativa era estar encerrado tras las rejas, puede acabarse.

Si esto llegara a suceder y Lozoya se ve des­protegido, ¿cómo podría reaccionar ante la Fis­calía General que estará a punto de despellejar­lo por romper el pacto acordado? Una posibili­dad, argumentando violación al proceso. Para efectos legales, podría alegar privación de su li­bertad. Hasta el día de la audiencia el 28 de ju­lio, no se sabía realmente dónde estaba el ex di­rector de Pemex. Se supone que llegó el 17 de ju­lio y fue directo al hospital, pero no hay registro de ello. Por ocho horas entre su detención y su presentación ante la autoridad judicial, el caso de Florence Cassez provocó un conflicto inter­nacional y descrédito al gobierno de Felipe Cal­derón. ¿Cómo se vería entonces un caso donde ese proceso tardó 11 días?

La defensa de Lozoya tiene elementos para enjuiciar a quien lo está enjuiciando, mientras se defiende de lo que lo acusen los imputados que señalará ante el ministerio público, cuan­do decida acudir al ministerio público a cumplir su parte del compromiso. Este es un escenario crucial para el caso, si al final Lozoya reconoce lo negociado, por lo que el problema se trans­ferirá a quien quizás no lo está viendo de esta manera en estos momentos, el Poder Judicial.

López Obrador, que siempre dice lo que pien­sa y normalmente anticipa públicamente lo que sucederá, le ha dado toda la credibilidad a Lo­zoya como el ariete contra un pasado corrup­to, y señalado que la gente no debe fijarse en lo que suceda en los tribunales –o sea, la ley no es el referente-, sino erigirse en un jurado popular y sentenciar a los imputados como culpables. La ley es secundaria en su caprichosa racional para erradicar la corrupción. Las cosas están claras, y la anulación del Poder Judicial que se ve en el horizonte, debería ser motivo de preocupación de la cabeza del mismo, Arturo Zaldívar, un apo­logista del régimen que debería ver que quieren acabarlo. El apretón a Lozoya, también es a él.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: Alejandro Gertz ManeroEmilio LozoyamexicoPEMEX

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