Emilio Lozoya reveló a las autoridades el pago de 52 millones 380,000 pesos a varios legisladores del PAN para que aprobaran la reforma energética. Entre los mencionados están Ricardo Anaya, Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas y el señor gobernador Francisco Domínguez. El ex candidato presidencial Ricardo Anaya salió de inmediato a responder y manifestó que la información que lo implica es absolutamente falsa. Cabeza de Vaca envió un comunicado juguetón y provocador: “Falso de toda falsedad. Todo es parte de la creación del nuevo Instituto creado por el presidente: INDAPAPAP, Instituto Nacional Para Distraer el Pueblo”. El gobernador Francisco Domínguez, por medio de su vocero, expresó que fijará su postura hasta que haya una acusación: “tangible y concreta”. ¿Qué entenderá el gobernador por “tangible y concreta”? ¿Si no hay video no existe? ¿Que Lozoya grite su nombre o lo cante a ritmo de rock? ¿Que Lozoya pase por escrito su denuncia y en hojas tamaño oficio le envíe una copia para el Gobernador?
En fin, Francisco Domínguez está en todo su derecho de no responder a la acusación, pero su silencio – considero- es una violación ética y un error político grave. Como el dermatólogo y el pozolero, vayamos al grano y por partes. Es una violación ética, el gobernador es un hombre público, tiene un deber de conciencia sobre sí mismo, pero su fuero interno tiene la responsabilidad de mirar hacia afuera. Su “Pepe Grillo”, responde por su ética individual, pero ésta abarca dar la cara ante todo aquello que la transgrede y ofende. Lo decía Julio César. “La mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo”. Lozoya sostiene que el gobernador no es honrado, inevitablemente para la opinión pública tampoco lo parece, pues la denuncia, ampliamente difundida, quiérase o no, genera suspicacia. En una democracia la búsqueda de la verdad es una cruzada ética de autoridades y sociedad civil. El Gobernador estaba obligado a refutar la sola sospecha de que vendió su voto. Su silencio siembra muchas dudas y más cuando se sale por la tangente. No negó ni siquiera la posibilidad de corrupción, ahora contra la pared deberá desmentirla.
Es un error político, el gobernador no solamente es panista sino que preside una organización de gobernadores panistas, en ninguna condición, particular o de grupo, ha hecho ni una sola declaración que se solidarice con la respuesta indignada de la dirigencia del PAN. Como parte de la oposición política tampoco ha realizado ninguna crítica al show de la extradición y miren que tiene tela de dónde cortar. No quiso ni montarse en la observación más recurrente, toda esta parafernalia que ha hecho el Presidente, es para encubrir los casos escandalosos de corrupción de los miembros del gobierno; representan fuegos de artificio para distraer de los fracasos sanitarios, de seguridad y económicos.
El gobernador parece dedicarse a cuidar, lo que es evidente, su buena relación con el Presidente, pero hay prioridades, su obligación ética y política es consigo mismo, su partido y su candidato al gobierno. Si persiste en su actitud de nadar de muertito, en las próximas elecciones el muertito podría ser Kuri.