Después del primer fallecimiento en México por Covid-19, el 18 de marzo de este año, y del decreto de la fase 3, el 21 de abril, cuando había registrados 8 mil 772 casos confirmados y 712 muertes por la enfermedad, quedando “las atribuciones y el marco de competencia de la autoridad sanitaria federal”; el presidente de la República, el Consejo de Salubridad General y el secretario de Salud, según anunció el Subsecretario, Hugo López-Gatell, implicando la suspensión de algunas actividades económicas, de eventos y reuniones masivas y del resguardo domiciliario de la población, contradictoriamente, aunque nadie quiere ya saber de este mal, al mismo tiempo nadie olvida que es mortal, que está presente entre nosotros y que debemos cuidarnos.
Ya para esos días, a 15 meses del actual gobierno federal, nuestro país enfrentaba una situación bastante complicada: la economía se encontraba en recesión, el peso enfrentaba una fuerte depreciación, la Bolsa Mexicana de Valores y los precios del petróleo habían caído de manera estrepitosa, el sistema de salud público se encontraba en crisis, y el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), establecido por López Obrador, seguía como hasta hoy, sin funcionar, sumándose la caída del empleo y como consecuencia la falta de dinero para sortear las necesidades más elementales, como alimento, medicinas, transporte y servicios.
Pero mientras el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó al coronavirus como una pandemia, en México, López-Gatell aseguró que no se restringirían vuelos, no cerrarían fronteras o puertos marítimos debido a que, según dijo, “no existe demostración científica que compruebe que estas medidas ayuden a disminuir el riesgo de transmisión”. Tampoco tenían contemplado cancelar eventos masivos para evitar más afectaciones a economía mexicana, y se comprometieron a destinar unos “cientos de millones de pesos” para la compra de medicamentos, equipo médico y material de curación para atender el brote de la enfermedad.
El 15 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró en uno de sus actos realizado en el Estado de Guerrero, que los “infortunios y pandemias” que enfrenta México no harían daño al país. «Tengo fe de que vamos a sacar a nuestro querido México adelante porque cuando no hay corrupción el presupuesto rinde, alcanza. No alcanza para nada el presupuesto cuando se queda en unas cuantas manos». Agregó que sería un acto de vileza y traición no estar a la altura de las circunstancias.
Después de más de cuatro meses de la aparición del coronavirus en nuestro país y ocho semanas transcurridas dentro de la llamada “Nueva Normalidad”, hasta ahora ha habido (según las autoridades de salud) 390 mil 516 casos de Covid-19, 43 mil 680 fallecimientos y 4 mil casos graves en hospitales, siendo el segundo país de Latinoamérica y el cuarto del mundo, en número de muertes, superando a países de Europa como Italia y españa. Pero Andrés Manuel es tan atrasado, que todavía no cree en el coronavirus, considera más “científicas y eficaces” las estampitas de “detente” que las pruebas Covid y el uso de cubrebocas. Mencionar la falta de recursos del mismo pueblo, para salvar vidas o apoyar a las familias para que aguanten su confinamiento, ni sentido tiene, hay “austeridad”, no invierten en cubrebocas para los heroicos doctores o en camas y ventiladores para dar respiración asistida a los enfermos.
Conclusión: Amlo, el “científico” López-Gatell y su gabinete morenista, como todo mundo lo ve, no han estado ni de lejos, a la altura de las circunstancias, armaron un desastre y tiraron la toalla, por lo que según las palabras del mismo presidente, se evidenciaron como viles y traidores de los mexicanos. No han instrumentado programas alimenticios ni económicos para rescatar a las familias humildes, ni a las Mipymes, generadoras de empleos. Han normalizado por cientos diariamente, la muerte de los mexicanos, y para tratar de ocultar su ineptitud, se han dado a la tarea de montar el circo “combate a la corrupción”. Por cierto, “Atayde Hnos” y “Du Solei”, están en quiebra, florecerían. jerogurrola@yahoo.com.mx
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