EL JICOTE
Los gobernadores panistas emitieron un video en el que acusaron al Presidente López Obrador de querer implantar en México una “Monarquía Republicana”. El nombre no es nuevo, así tituló uno de sus libros Maurice Duverger, que tuve el honor que dirigiera mi tesis de doctorado en Francia. Escribe: “Las Monarquías Republicanas son los regímenes donde un hombre es quien concentra en sus manos la autoridad gubernamental, que la recibe y la pierde por procedimientos realmente democráticos, es decir, por elecciones libres y competitivas”. Duverger afirma que el sistema fue inventado entre el año 31 y 27 a.C, por los romanos. Sostiene que actualmente el sistema es impulsado por los medios de comunicación que tienen necesidad de vedettes y de convertir a la política en un espectáculo. Eso facilita la difusión de decisiones complejas atribuyéndoselas al personaje-vedette, que se le coloca en un pedestal y se le cuelga la paternidad de todas las decisiones públicas importantes. La opinión pública no se mete en honduras de entender los agrestes caminos de los problemas y soluciones políticas y juzga por la imagen de quien personaliza el poder.
El gran teórico de los partidos políticos define las características, de las Monarquías Republicanas, toca al lector evaluar la acusación de los gobernadores panistas con el gobierno de López Obrador. Duverger sostiene que la gestación del gobernante en la matriz de los medios de comunicación hace que el gobernante ejerza un liderazgo carismático, más emocional que racional. Está más preocupado en encender pasiones que convencer con ideas.
El Monarca Republicano no aparece siempre como el dueño del escenario y en algunas decisiones su gobierno proyecta la imagen de que son tomadas por otros órganos institucionales o por la colectividad misma. Socarronamente el Monarca espera a que, en el caso de controversia, asumir de inmediato el papel de árbitro y zanjar cualquier duda y confusión, diciendo la última palabra.
El Monarca Republicano se rodea de un equipo político, pero también de una tecno estructura. Cuando existe una diferencia de opiniones entre las asambleas populares y los tecnócratas, en virtud de la subordinación del Parlamento y el control absoluto que ejerce el Monarca, no tiene mayor problema para imponer su voluntad.
La destrucción de la división de poderes democráticos y la poca rebeldía de los pueblos, se fundamenta en el hecho de que el Monarca Republicano se presenta como un gran benefactor del pueblo, sin que tome en cuenta los riesgos racionales de la economía. Las elecciones para representantes populares son manejadas por la estructura política del Monarca, concentrada en su partido político, también su incondicional absoluto. En las campañas son eclipsadas las candidaturas locales y la motivación central para votar es el reforzamiento del poder del Monarca.
Duverger sostiene que no existen déspotas bueno, ni siquiera los iluminados. Por algo en Roma, en el viaje de los cónsules ganadores al lugar de su toma de posesión, una persona que iba a su lado le recordaba a cada instante: “Recuerda que no eres más que un hombre”. Consejo, por cierto, muy vigente.