EL CRISTALAZO
LOS PERIODISTAS PRESCINDIBLES
Las amenazas de Donald Trump en la Casa Blanca contra la prensa, no debería ser visto nada más como un fenómeno local. Es un aviso, un preludio de cuanto esta por venir.
“(Lanza).- Durante su comparecencia desde la CIA, Trump también dejó claro que la “guerra” con la prensa que mantuvo durante su campaña electoral va a continuar y acusó a los medios de mentir sobre las cifras de asistencia a su investidura presidencial este viernes.
“Trump dijo que los periodistas están “entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”, al explicar que la multitud asistente a los actos de su investidura “parecía” englobar a entre un millón y 1,5 millones de personas, y que los medios mostraron imágenes y fotos de “un terreno donde prácticamente no había nadie”.
“Amo la honestidad, me gusta la cobertura (de prensa) honesta”, declaró el mandatario.
“A falta de datos oficiales, las fotografías aéreas dejan claro que las cifras de asistencia a la investidura de Trump han quedado lejos de los históricos 1,8 millones que acudieron a la primera toma de posesión del ya expresidente Barack Obama en 2009.
Las autoridades de Washington habían estimado en los días previos que unas 800.000 personas asistirían a la toma de posesión de Trump, tanto para celebrar su llegada a la Casa Blanca como para manifestarse en su contra”.
Y tiene un doble origen. Por una parte la intransigencia ante la crítica y por el otro la cada vez menor importancia de los medios tradicionales en el juego político.
La diminución en el peso político y social de los medios, ha sido empujada por la creciente utilización de las redes sociales. Hoy el fenómeno planetario de la comunicación instantánea ha creado un nuevo valor: si está en la red lo creo sólo por ese simple hecho. Nada se verifica, nada se confirma.
Y en ese enredo nadie gana a fin de cuentas.
Un ejemplo de la pésima utilización de las redes nos lo ofrece ese desaforado ex funcionario de la delegación Miguel Hidalgo, Arne Aus den Rutten, quien primero investido como “city manager” de la también aceleradísima señora Xóchitl Gálvez.
Arne primero utilizó el “Periscope” para exhibir y hostigar a ciudadanos cuya conducta, en todo caso, debió haber sido conocida por un Juez Administrativo y no por un entrometido cámara en mano como un “papparazzo” de la civilidad.
Ahora Aus den Rutten, ya sin cargo, sobrepasa la línea de la violencia y agrede al diputado César Camacho mientras anuncia su acoso mierdero (quiere tirar pañales usados contra el PRI). Y todo comenzó por las redes. Por su mal uso.
Esta digresión es apenas un ejemplo de cómo la pésima utilización de esos medios de divulgación instantánea de mensajes puede llevar al desconcierto social y al descontrol violento.
No tiene caso ya insistir en la forma como las redes magnificaron el descontento por el gasolinazo y lo convirtieron en una masiva protesta por asuntos ya ni siquiera cercanos a la gasolina.
Las redes, manejadas desde la sombra por operadores de múltiples “bots”, pueden crear los efectos perniciosos antes reservados solo al rumor o la prensa infecta.
Hoy la red infecta todo, cuando quiere. Lo demás es un paso automático para la siembra del caos.
Paradójicamente el único remedio contra el mal uso de las redes sería el buen uso de los medios tradicionales, pero éstos tienen en cintra un factor insalvable: la velocidad, la rapidez, la inmediatez.
Ningún medio puede lograr la instantaneidad de las redes. Eso lo coloca (obviamente) a la zaga. Y la ruptura o control del tiempo le confiere a las redes una especie de aura mágica: como superan en velocidad al pensamiento y al reflexión, hacen incensario pensar o razonar.
Una vez recibido, el mensaje se aloja en el compartimiento de lo cierto o al menos de lo posible. Y en un caso o en el otro, se enquista en el campo mental y lo satura junto con otras murmullos de idéntica naturaleza.
Durante años, lo refiere Umberto Eco, la magia aspirada a lograr resultados inmediatos, con sólo chasquear los dedos, por ejemplo, pero hoy vemos cómo lo instantáneo ha superado a lo verosímil.
Es una cosa de nueva magia.
De magia negra, en muchos casos.
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