Vive en una casa donde a simple vista se observa la pobreza y las limitaciones. Por su avanzada edad y los problemas propios que la vida le va cobrando en el tema de salud, casi no sale de su casa y su hija es quien la apoya económicamente, ella le proveé de alimentos, le compra su medicina y cuando no hay otra opción, piden prestado para llevarla al doctor hasta Peña Blanca o Peñamiller, pues en los últimos meses el dolor en las articulaciones de sus extremidades inferiores y superiores ha ido en aumento.
Los ingresos económicos que esta familia de cinco miembros tienen, es por la venta de pan casero que ellos mismos elaboran y la venta de gorditas, chicharrones y refrescos los días que se juegan los partidos de futbol en la comunidad. En esta casita, ubicada en una loma de Plazuela, hecha de carrizos, cartón y en algunas partes con algo de tabique, vive la señora Ma. Guadalupe Aguas García, otra de las ejidatarias damnificadas por el grupo que liderea Sergio Arcega Pérez, quien lleva varios años imponiendo su voluntad en la estructura del Ejido Plazuela.
La señora Lupita, a sus 78 años de edad, se mantiene firme en su convicción de que las cosas en el ejido NO se están haciendo bien y desde un principio se sumó a quienes manifestaron su rechazo a la intromisión de Sergio Arcega en la vida del ejido.
“Mire la verdad yo no tengo estudios, pero se ve muy claro que los que han estado de presidentes en el Ejido, que son Tacho y Concho, pues no hacen bien las cosas. Ellos tienen ahí metidos a muchos familiares, hijos, hermanos, sobrinos y a ellos les dan buenos sueldos, pero a nosostros que somos ejidatarios nos han hecho a un lado y ni siquiera se nos permite tener un dinerito de la explotación de nuestra mina”.
Cuestionada sobre el porqué a ella la mantienen marginada, señala que un día quiso participar en la asamblea, pero de inmediato los que encabezan al grupo de Concho y Tacho le dijeron que ella no era ejidataria, lo cual es falso, pues nos mostró la constancia de un documento oficial que la acredita como tal, pero además, sin su consentimiento, el actual presidente del ejido, Anastasio Reséndiz, la puso como integrante de su planilla en el cargo de secretaria suplente, e incluso como ella no sabe leer, le pidieron que pusiera su huella digital en el documento que formaba parte de esa elección.
Facundo Ugalde González