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Se pretende nombrar a Fernando Hinojosa Peña como alcalde de China Nuevo León, lugar estratégico para ingresar a las sierras de Tamaulipas y a la capital
a llegada del ejército del general Tomás Mejía en el ejercicio de anexar municipios al imperio fue una odisea de proporciones magnánimas, por un lado, el camino con toda su fuerza del ejército imperial ha dejado estragos por donde pasa, lo sanguinario de su proceder, juicios sumarios realizados con la salvedad de “Imperio o muerte” han desolado los caminos y hacen valer que el brazo de la ley solo se lleva a cabo bajo el dominio de la espada.
Se pretende nombrar a Fernando Hinojosa Peña como alcalde de China Nuevo León, lugar estratégico para ingresar a las sierras de Tamaulipas y a la capital, parte fundamental del proyecto imperial mismo que se rige a proporción de número de habitantes con el orden que aplica el propio ejército.
Por que la consolidación de esta alcaldía permanezca en pro de ser un lugar alejado del centro del imperio se debe tener la firma de los “notables comerciantes” de la ciudad, mismos que según reporta el capitán imperial a sus mandos ¡No cooperan en la firma del acta! Se hace ver el general Mejía en la reunión de los comerciantes.
El salón del comercio de China Nuevo León es de un tamaño que se observa tuvo sus galas no hace mucho, aún las cortinas que caen desde el falso cielo le dan un toque de luz, sillones celestes ya manchados por la sangre de los comerciantes tonan a elegante suflé francés – no se sabe si desde antes ya estaban así- dentro del grupo de comerciantes hay tres damas, una de ellas ya medio desnuda con los pechos de fuera que hilan un fino grana del golpe en el rostro, una más en el desmayo maniatada y la tercer con viva voz que no deja de realizar improperios ¡Mientras que el capitán del piquete le arrima una bofetada más!
¡Ingresa la escolta del general y todos se ponen de pie! – los que pueden. Se hace el camino y el saludo marcial y en simples instantes ingresa el general imperial ¡Gallardo! Con su vaivén de marcha, tomando en su mano su espada brillante de finos destellos, observa la escena y se hace el escritorio en donde se miran algunas manchas de sangre ¡Voltea a mirar a las mujeres que lloran desconsoladas! De inmediato se acerca y cubre los hombros de la expuesta, deja la espada a un lado y logra sentar a la desmayada quien al verle ¡Le rechaza de soltarse del abrazo provisor!
– ¡Alejad maldito imperial! Escupo en tu rostro de dolor y miseria ¡Mirad mi condición Mesías de oropel! ¡Maldigo tus acciones y la de tus iguales! – mientras le escupe en el rostro ¡Un capitán le propina una nueva bofetada! Cae rodando.
– ¡A la salida todos! Eh tú escriba ¡Atended la orden! – gritó el general – ¡Quédate para que logres dar parte de lo que observas! Los demás fuera ¡Largaos! – mientras hace la mueca de que abandonen pronto el lugar. Trató de acercarse a todos los comerciantes y las mujeres, en grupo suman veinte ¡Justo lo que el bando obliga para dar la alcaldía al notable Fernando Hinojosa Peña! Logró sentarlos haciéndose el servicial ayuda, a unos les decía palabras de aliento y a otros que mantuvieran la calma ¡Todo se arreglaría!
Una vez acomodados, más lastimados, pero los menos gravemente heridos ¡Hay quien sangra en profuso! Seguro una herida de espada. Camina hacia la mesa de espejo que empotra una luna de doradas formas que rematan en un querubín misericordioso, desde ahí logra ver a su escolta en el reflejo a quien con una mirada les hace ver que acerquen viandas y vinos a los comerciantes. Al ver la acción los menos lastimados levantan la voz.
– ¡Un médico es lo que necesitamos general! Misericordia suspiran tus hombres del mal que nos afligen ¡Cómo plaga nos han lastimado en el nombre del imperio! Atended general que osadía la de ustedes ¡Las mujeres sangran y desmayan! Atendedles ¡Por dios! – le arremete el comerciante encargado de introducir las reses a la zona.
El general caminó para observar claramente las heridas, en un momento propicio acercaba a sus escoltas y les pedía en voz baja lograran asistir a los heridos, en el caso de las mujeres él mismo trata de lograr la calma, al tiempo ellas mismas solo sollozan y calman el arrebato.
Las mujeres en estos días del imperio son atendidas por todos lados ¡Van con sus hombres a las batallas! No les abandonan, las hijas que se quedan en casa corren el riesgo de la mancilla por rufianes, por igual ¡Imperialistas y liberales se enciman! No existe una sola ley que les proteja ¡Carnada de verdugos idealistas! Da lo mismo unos que otros ¡La mejor defensa es perderse en los campos o bosques! Lograr hacerse de alguna casa y vigilar, las comunidades abandonadas por los hombres en los tiempos de guerra solo se habitan de ancianos, niños y mujeres ¡Alejadas de la productividad mendigan raciones a cambio de trabajo doméstico!
En China Nuevo León las casas imperiales construyen su lucidez y encanto, palaciegos recintos – como en todo el imperio- se sostienen de los necesitados que, al pago de cobijo, comida se dan por bienaventuradas, haciendo inclusive desde la simple comida, el baño de los hombres – con el abuso cordial de la caricia forzada dirigida- rasurarles, asearles cuando van a obrar y dirigir su pene para la orina a las bacinicas ¡Esclavas de lo cotidiano en el absurdo uso del poder! Así ha sido por decenas de años en este México de constantes guerras.
Esta vez el general Mejía ya no siente la fuerza de la lozanía y caballerosidad ¡Han sido muchos años de sostener la espada! – ¡De verdad muchos! – El tono grácil sensible al semejante solo dobla a la moneda de la cara imperial a la bienvenida o la cruz liberal a la muerte ¡No hay grises en la decisión! Al salir la moneda al aire en la suerte siempre gana el lado conservador ¡Una loza cae en las conciencias!
Al servirse el general aquel tinto que parpadea al moverlo en espiral dentro de la frondosa copa de cristales embutidos en dorados picos grabados ¡Observa a través de los deformados hilos de cuerpo los rostros de los comerciantes! No atiende por qué no firman y ya ¡Solo es una asignación a simples puntos de lograr un alcalde! De los mejores, así que da un sorbo a tono, saborea los duros matices de una buena uva cuidada, cantada, llevada a vendimias que endulzan el resultado final, tan bien elaborada que duele terminarse siquiera un sorbo ¡Un tinto de cuerpo y formas excepcionales! Toma hacia la mesa donde está la carta que da como alcalde de China al señor Fernando Hinojosa Peña, notable ciudadano, lee con cuidado y comienza a desarrollar un soliloquio con la audiencia que gime.
– ¡Señoras notables! Mis señores, con la salud de esta buena copa les hago a la reverencia de lograr obtener su firma, en un simple y cuidado uso de las ordenanzas del imperio de nuestro excelentísimo señor Maximiliano de Habsburgo Águila del Imperio, quien solo está recaudando los municipios, pero permítanme – da otro sorbo a la copa de marrón violáceo- hacer historia ¿Qué esta China Nuevo León gracias a la constitución de Cádiz de 1812 se formó con apenas mil cien personas? Lo cual no es de exigir que ahora a simples lustros sea considerada ciudad ¡Es una simple región! Cierto, rica, pero a su vez pequeña comparada con lo vasto del imperio ¡Igual que mi Querétaro que pasó de villa a ciudad décadas antes de nuestra independencia soberana de nuestro magnánimo emperador Agustín primero! ¿Qué cuesta rendirse al imperio de manera ordenada? Firmen la conformación de la alcaldía y nos libramos de tantos embrollos ¡Ustedes regresan a sus casas y negocios con la frente en alto! Nosotros consolidamos el imperio.
– ¡Eres un traidor enemigo de México maldito Mesías! – respondió el encargado de la venta de telas y ropajes traídos desde Europa a esta región – ¡Los malditos traidores como tú merecen la muerte! No en mucho una vez caiga el imperio serás desaparecido de la historia ¡No habrá libro alguno que cuente tus traiciones!
El general Mejía le escucha, con su caminar la espada hace juego a un ritmo de sentirla, la rebota en su pierna en un juego más que hecho, se acercó con el vociferante y cercano a la oreja le susurró:
-¡El imperio es atemporal! Pasarán las décadas y seguiremos en la voz de muchos mi señor ¡No habrá quien nos fulminen! Mientras las personas crean en Dios habrá imperio.
Se alejó y una vez ya atendidos todos los presentes volvió a tomar la palabra:
– ¡Atentos a la concurrencia! Que, de signarse ya ésta comitiva de notables comerciantes, una vez escuchados los alegatos a favor de la instauración del alcalde que manda el imperio para esta ciudad de China Nuevo León, que se firmen a los concurrentes y en carácter de notables de la ciudad al día 5 de octubre de 1864 se dé por erecta tal alcaldía con lo que se suscribe. Aquellos que no estén en condiciones para signar el nombre les conminamos a que al nombre que vean escrito su persona logra esbozar un garabato ¡El escriba lo dará como válido! En caso de negarse mis hombres les tienen la puntilla final, como los bureles en la plaza, a tienta de caer rendidos ¡Pero vanagloriados!
¡Nadie se acercó a firmar!
En la paciencia que el general Tomás Mejía ha perdido, tonos de arrebato no se observan ya diferentes a los de batalla ¡No esgrime emoción alguna ante la injusticia! Su rostro chichimeca pame le acoraza cualquier esbozo de alegría o dolor ¡Tomó su espada y traspasó de un solo tajo el pecho del introductor de canales de res! Obstruido solo por el respaldo de la silla en donde se atoró medio estoque ¡Hace a la fuerza para sacarlo! Mientras las mujeres gritan y los que lograron hacerse de pie comienzan a firmar la carta ¡Cómo les es en posibilidad!
¡El escriba da fe!
19 de abril de 1865.
Después de toda una revolución en China Nuevo León, el alcalde Don Fernando Hinojosa firma la adición al gobierno de Benito Juárez, enviando copias al general Mariano Escobedo – quien comanda la construcción del ejército del Norte- y al general José Miguel Pascual Negrete Novoa quien a pesar de ser un conservador se ha pasado al lado de los republicanos para combatir la invasión francesa ¡Héroe del 5 de mayo! El propio alcalde reúne a los mejores soldados incorporados al destacamento imperial y los convirtió en el escuadrón “Rifleros de China” el 13 de mayo de 1865 al mando del capitán Urbano Cantú Chapa.
El emperador Francisco José – Hermano del emperador Maximiliano- como única concesión a cambio de su renuncia a sus derechos dinásticos del trono de Austria, le otorgó permiso de reclutar un cuerpo de seis mil voluntarios del imperio austrohúngaro, quienes servirían como su guardia personal – rememorando a los Dragones Imperiales de Napoleón primero- Asimismo, el archiduque solicitó al rey Leopoldo de Bélgica, padre de su esposa Carlota, que le concediera hombres para garantizar la seguridad de la emperatriz.
Ambos cuerpos serían reclutados y transportados por cuenta del imperio mexicano.
¡Reunieron veinte mil hombres así! O al menos esas indicaciones se dieron por parte del emperador de Francia Napoleón tercero, se les denomina Dragones de la Emperatriz Carlota ¡Una condición solamente se otorgó para aquellos reclutados de manera obligada o libre! Que, si no se sentían a gusto en México, serían repatriados a la Francia, no serían acusados de traición o deserción. Además de ser los mejor pagados por el imperio mexicano desde su verdadera captura en los pueblos donde se anuncia pertenecer a esta legión extranjera, gozan de pensión a sus familias de por vida, educación a los hijos, comida, cambio de ropa en varios uniformes – tres de diferente compostura y elegante forma- además de ser adiestrados en las artes de la caballería por el propio general José Tomás Mejía Camacho ¡Eso trajo filas para ingresar!
El primer destacamento que llegó fueron quinientos setenta y siete soldados de la mejor complexa y gallardía, con cinco cocineras ¿El verdadero problema? No pasaban de simples catorce años la mayoría y algunos apenas unos simples mozos. Después llegaría un destacamento de trescientos hombres en mismas condiciones ¡El general que los recibió está admirado!
Se les montó en sus corceles y partieron los primeros setecientos de estos mozalbetes a formar a los Dragones de la Emperatriz hacia el norte ¡Rumbo a China Nuevo León! En la zona de la Loma Prieta, para llegar a la Mesa de Garrapata, les comanda el general Gral. Joseph Jeanningros mano derecha de Mejía.
Deben enfrentar a los rifleros chinos ¡Los mejores del ahora ejército del norte! Los comanda el general Mariano Escobedo.
En el campo de batalla se espera una posible emboscada, los rifleros chinos hacen una valla de más de veinte por toma, se busca que al tener de frente la fusilería se replieguen ¡Ellos no saben que son apenas unos niños! Pero en sí piensan que son experimentados jinetes porque las montas hacen que la tierra tiemble con su paso ¡Ellos pueden ver en los ojos de agua como las ondas rebotan!
¡Los tienen de frente! Se dejan caer encima de los alineados rifleros chinos ¡Más de quinientos elegantes y bien uniformados Dragones de la Emperatriz! Quienes al cruzar el fuego enemigo caen de las montas heridos de muerte ¡El embate de frente hace que al recargar los dragones lastimen en consideración a las líneas! Fracturan el cuerpo de los combatientes chineros quienes huyen despavoridos al canto de la corneta de retiro ¡Victoria de los Dragones de la Emperatriz!
Los rifleros de china comandados por el general Quiroga se repliegan y dejan el camino amplio para que los dragones de la emperatriz caminen hacia Monterrey ¡Más de ciento sesenta muertos de los chineros sus cuerpos son pisados por los dragones a su paso! A lo lejos esta estampa aterroriza a los generales liberales quienes hacen de espectro una pesadilla.
Las armas del imperio francés, aniquilaron a los Rifleros de China, Nuevo León, la victoria se debió a la actividad y energía del Gral. Joseph Jeanningros. Al entrar a Monterrey una vez vencieron el camino a Santiago las mujeres salen a los balcones.
– ¡Niños apenas han tomado la ciudad! Hermosos – gritan- pero mozos al fin.
Continuará…