Londres Inglaterra, Aposentos de la reina Victoria.
El escocés que sirve de guarda armas de la reina Victoria no se acostumbra a lo suave y sedoso del tálamo real, cierto es que su fuerza y atractivo son para la exigente monarca los atributos que, no solo le tienen con vida, sino con el ánimo de hacerle a su familia un espacio dentro de la corte – situación imposible de facto- pero el servicio del que goza ¡Vale por mucho el riesgo! Por otra parte, la reina prodiga una precaria salud, ya no es vista por su pueblo en años e inclusive se rumora que ha fallecido, en algunos letreros colocados en el palacio de Buckingham se lee: “Se vende porque ya nadie vive aquí”, por ello la presencia de John Brown – su escocés predilecto- le mantiene en alto ánimo tanto como ¡Para invadir México! Aquel de tantas deudas dejadas por Benito Juárez y los fallidos presidentes liberales, que ha sacado un bando en donde, dicho correcto:
“…quedando suspensos por el término de dos años todos los pagos, incluso el de las asignaciones destinadas para la deuda contraída en Londres y para las Convenciones extranjeras.”
– ¡Esto es más que una afrenta al patrimonio del capital! Ese bastardo de Carlos Marx solamente se la pasa argumentando que México es el país ideal de las nuevas maneras de hacer capitalismo, pero que se queden a deuda que existen mejores sistemas económicos ¡Seguro como el que propone en sus clases junto con Engels! El dinero en las manos del pueblo ¡Que idiotez! – platica su majestad. El desnudo torso del escoces es lo que más atrae a la reina, su fuerza y torneados glúteos la han dejado pasmada en sus noches de lectura y paseos por el campo, la caza es por sí el mejor deporte de Brown ¡Inclusive le construyó una casa de descanso en la propia Escocia! A tributo completo ¡Por los servicios a la corona! Pensativo John le apercibió:
-Su majestad, no es menester de una monarca estar en los asuntos internacionales con un país tan convulsionado como México, es más ¡Suena hasta hilarante declararles la guerra! Tienen tantos problemas entre ellos mismos que debemos en única ocasión ¡Invadirles y repartir el territorio con Francia y España! Hasta que por fin congeniamos en algo, con ello cobramos la deuda y no habrá ganas de volver a pedir un monto tal, al no ser vecinos de nuestra corona nada nos dejará el provecho de tal acción más que una colonia más.
-Anda querido – le increpa- ¿De verdad te interesan estos asuntos? El presidente Benito Juárez está muy cerca de los norteamericanos, les promete medio país a cambio del dinero, pero no de un territorio ¡Sino el país completo a disposición de la doctrina Monroe! Mañana mismo aquí en el castillo firmaremos la invasión, España es la más interesada en recuperar su territorio ¡Quiero que estés en primera línea como testigo!
– ¿Quién firmará por ti? ¿Deseas que yo lo haga? – mientras acaricia su espalda y le domina con besos apasionados – ¡No será necesario! Pero te prometo que firmarás la convención como testigo ¿Te deja satisfecho? – ¡En mucho y propio que sí! – la noche pasó como tantas en estos fríos aposentos, solo el fuego de los amantes logra fundir los designios de una de las más grandes invasiones de aquellos años, solo comparable con la del gran Sultán cuando invadieron los otomanos Constantinopla en 1453.
Sala de los lores, 31 de octubre de 1861, Castillo de Buckingham.
El protocolo de delegaciones es por cuenta y propia el más exigente jamás expuesto por las realezas europeas ¡Solo visto en los matrimonios por conveniencias! La llegada de John Russell como representante de asuntos exteriores de la reina Victoria, por España Francisco Javier de Istúriz Montero ministro plenipotenciario de la reina Isabel segunda, por Francia el famoso y espléndido amante de toda Europa Auguste conde de Flahaut de la Billarderie representante de Napoleón tercero quien, junto con parte del gobierno francés esgrimió un tratado de asuntos internacionales donde se establece las representatividades de cada país dentro de otro país, siendo una embajada internacional que gozará de beneficios propios como si estuvieran en el país de origen.
La idea básica del francés es que se dividan las delegaciones en tres categorías de representantes diplomáticos: embajadores, enviados extraordinarios, ministros plenipotenciarios y otros representantes encargados de negocios, quienes están acreditados ante el ministro de Relaciones Exteriores del país anfitrión, con esta bandera se creía que Francia estaría espiando todos los movimientos internacionales, pero también dejaría que otros países lo hicieran.
¡Idea muy avanzada para la época!
Los tres llegaron al ambigú mandado hacer escogido por la propia reina Victoria, en donde se firmaría lo que se llamará “La convención de Londres” donde una vez estudiados los menesteres de diplomacia – recaudo del francés enamoradizo- que cualquier invasión no justificada amerita un bando de guerra y ante el fin del pago de las deudas por parte del gobierno de Benito Juárez y su gabinete se decide de inmediata respuesta ¡La invasión de México!
– ¡No buscaremos hacernos de algún territorio! – levantó la mano el francés Auguste conde de Flahaut, a lo que sorpresivamente el Inglés John Russell quien tiene la orden de la reina Victoria de hacerse de la mayor geografía ¡Pactarlo de una vez! Pero si no se diera la oportunidad ¡Prevalecer unidos y en la contienda de invasión mostrar los fueros! El inglés habló:
-Estimados todos, generosos son con su visita y los arreos para la reina quien valora los ejemplares equinos que le obsequian ¡En valía les aseguro! Admiro mi joven Conde de Flahaut su diseño de relaciones internacionales lo cual es osado y útil a la vez, qué decir de España ministro plenipotenciario Francisco Javier de Istúriz Montero ¡Les saluda todo el reino de la Gran Britania! Con ello anego a esta solicitud y tratado de cobranza nos permitan tomar lo que llaman – muestra en un mapa- la Península de Yucatán, rica en henequén y productos marítimos de gran valía ¡La reina solo quiere eso! Lo demás será repartido por ustedes propios, recordad que la deuda, si la sumamos a cada uno de nosotros está en veintidós millones de doblones de oro a España, dieciséis millones a Inglaterra y treinta y siete millones de doblones de oro a Francia, dejando algunos cálculos de interés a un lado.
Tomó la palabra el ministro Istúriz: – ¡No vamos por territorio! Solo garantías de la deuda, si logramos acercar a México la representatividad de tomar el orden ¡Que vaya lo necesitan! Nos haremos de simples garantías, arreglos para la permanencia de nuestras representatividades, por ejemplo ¡Ustedes ingleses pondrán un banco en México como forma de lograr estar físicamente atentos a los trámites bursátiles! Nosotros recuperaremos el Monte Pío y ustedes franceses…bueno… ¡Francia es Francia!
-¡Sacre Bleu! – dijo el conde.
En un acto en demasía protocolario, con la presencia de testigos de honor – entre ellos el escocés preferido- se firmó lo que se denomina La Convención de Londres firmada por Napoleón Tercero, La reina Victoria e Isabel II reina de España -aquella de los tristes destinos, que llegó al trono español porque cambió la ley su padre Fernando séptimo y lograr que una mujer llegara al trono, cosa no común en esos días-.
-El tratado en sí establece en cinco artículos que es una medida únicamente por garantías de cobro de la deuda; Europa por muchos años – desde la separación de México de los territorios de ultramarinos- subsistió por el dominio de monedas de plata, que es la herramienta de los negocios actuales, los españoles tienen su doblón de oro, aunque entre naciones todo es por medio de la moneda llamada “real de a ocho” que tiene veintisiete gramos de plata, pero los mercados con México se establecieron en deuda con dos monedas “el doblón de oro” por la deuda hispánica y “el real de a ocho” con Inglaterra- seguía John Russell – Desde 1835 con Valentín Gómez Farías se estableció un convenio entre México y España, primero para sostener nuevas relaciones de paz y la segunda por obtener un crédito para solventar la ruina en la que los liberales llevaron al país, en donde los comerciantes fueron la garantía de dicho préstamo, pero es hasta 1837 cuando llegó el primer envío de doblones de oro al presidente Anastasio Bustamante, quien puso en garantía las minas de mercurio de un pequeño paraje en la serranía queretana llamado San Joaquín, con una carta que describe la situación económica de España:
“Arruinadas las minas de cinabrio de Alemania, e infructuosos hasta el día los ensayos hechos en la América del Sur, nuestros ricos y abundantes azogues de Almadén y San Joaquín se ostentan sin rival en el mercado del Mundo. Se echó mano de ellos para una estipulación secreta, firmada un día después del tratado de paz, la que va aneja…”
Por otra parte – continúa el inglés- mi compatriota banquero Rothschild sacó una especulación acerca de que en las Nuevas Californias existía mercurio lo que declinó la garantía de préstamo de España y lo cimbró de forma tal que México se excluyó de pagar la deuda, Rothschild es un hábil inglés que sabe que si especula acerca del metal líquido lograría que la garantía de México se cimbraba. El mercurio se utiliza, como ustedes lo saben, para refinar la plata y el oro en las minas para obtener los metales, la importancia radica en que gran parte de la economía actual de 1860 se basa en la compra y venta del metal líquido que es trasladado en bolsas de cuero y que los mineros por los vapores mueren prematuramente ¡Aún sin explicación!
En México los presidentes conservadores – apegados a que se regrese al sistema económico de la Nueva España, basado en la plata- y los liberales – que México sea una república como la norteamericana, basada en el libre comercio- sustentaron todo su presupuesto a la obtención de la plata, la cual para lograr tenerla físicamente se requiere de mercurio para su refinería ¡Ese es el gran botín a obtener en esta invasión! La plata mexicana.
Después de la feria internacional de 1855 en París, México se vendió internacionalmente como: “le grand et magnifique territoire baigné par les deux Océans, au centre des Amériques, de l’Europe, de l’Afrique, de l’Asie et de l’Australie; ce territoire juissant d’un printemps perpetuel, qui renferme tous les trésors des règnes minéral, végetal et animal” la gran potencia de inversión, además que se vendió el azúcar y el algodón como partes relevantes para invertir ¡Francia lo hizo! ¿No es verdad conde? – continuaba.
España, Inglaterra y Francia reconocimos – por la deuda- el Plan de Tacubaya, mientras que Benito Juárez fue reconocido como presidente por los Estados Unidos, lo cual originó esta escalada diplomática acerca de quien se haría responsable de los pagos, como ahora Juárez regresó a la capital como presidente en 1861 solo reconoció la deuda con los norteamericanos, situación que también fue incluida en esta Convención de Londres, haciendo claro que le avisaremos a sus vecinos del norte que vamos a invadir México y que solicitamos ser aliados nuestros.
El conde francés Flahaut, al tomar la palabra, les hizo hincapié a España e Inglaterra que Benito Juárez en el bando del doce de enero de 1861 ponía precio a la cabeza de españoles, religiosos y comerciantes que hayan ayudado a los conservadores, entre ellos obispos y curas de vital importancia para la vida nacional. En febrero de 1861 Juárez expulsó a los ciudadanos ecuatorianos por considerarlos “demasiado conservadores” porque se les había ocurrido decir en Francia que tenían mejores minas de mercurio – o eso le hicieron pensar a Juárez- además en sesión plenaria del congreso mexicano el propio Juárez hizo una larga explicación del porqué tuvo que expulsar a religiosos de otros países, como Guatemala, delegados apostólicos, panameños y de Costa Rica.
En esa misma sesión los diputados Manuel Ruiz y Juan José Báez defendieron el tratado McLane-Ocampo liberando el Istmo de Tehuantepec al libre tránsito de los norteamericanos a perpetuidad, lo que involucra que los europeos no tenemos manera de allegarse del pacífico al atlántico solo por el sinuoso y largo viaje del paso de Magallanes.
El francés Auguste conde de Flahaut daba santo y seña de lograr hacer ver que la economía de la deuda no estaba fincada en lo precario de las finanzas de México, sino en la nula relación e inteligencia del presidente Benito Juárez para solventar mejores tratados comerciales – El presidente Juárez solo recibe órdenes de su logia norteamericana, de lo cual históricamente seguro habrá quien lo admire ¡Insisto sus excelencias! No tengamos piedad y hagamos valer la deuda con la invasión misma ¡Por los fueros!
¡Así se signó!
A partir de ese momento ochocientos hombres de España fueron alistados para la invasión a México, veintidós buques de guerra partieron hacia Veracruz, ocho fragatas cubanas se hicieron hacia el puerto; Inglaterra envió dos mil soldados en trece fragatas imperiales con los mejores capitanes que tenía, pero quien si no tuvo conmiseración fue Francia, Napoleón Tercero tuvo a bien pensar en la idea de los ingleses” ¿Para qué nos peleamos diplomáticamente? Si lo podemos hacer con obtener el territorio mismo” Sabedor que una embajada de diplomacia conservadora de mexicanos están por llegar a Italia al castillo de Miraflores para solicitar un soberano de la casa de los Habsburgo sea el nuevo emperador de México ¡Eso es una excelente idea! Regresar a los tiempos de la Nueva España ¡Ahora será la Nueva Francia! – pensaba.
¡Francia mandó dos mil cuatrocientos soldados en diferentes fragatas! Al mando del general Charles Ferdinand Latrille, Napoleón Tercero después enviaría seis mil hombres más de soldados de diferentes casas europeas con hombres tan adiestrados en Crimea que México no tendrá intención alguna de defenderse.
¡Todos los invasores al llegar flotan en las olas de Veracruz! El puerto se observa lleno de cientos de barcos invasores ¡Los norteamericanos desconocen La Convención de Londres! Es solo un partir de piñón para que desembarquen las tropas de la tripartida europea ¡El día pactado para el desembarco es el 12 de enero de 1862! No habrá clemencia.
Continuará…