El galeón que transporta al joven y gallardo general Juan Prim y Prats corta las olas que levantan la proa de tal modo que se pierde la marina del horizonte, general mismo que estuvo seis años prisionero en las islas marianas por participar en el asesinato del general Ramón María Narváez, cuando la revolución de los trabucos – el trabuco era un fúsil de chispa que se utilizó en la guerras de independencia de México por parte de los españoles- el atentado que dio muerte a Narváez se llevó a cabo en las calles de Luna y El Desengaño en Madrid, frente al teatro Circo el cual presentaba para ese día a la famosa Gisela apodada “La Wilis” en una gala de danza llamada “Gran Baile Fantástico” donde asistió su majestad la reina Isabel segunda. Aunque nunca se le comprobó su participación directa en algún disparo de trabuco alguno, si se encontró manera de llevarlo a prisión no solo por conspiración hacia el famoso general, sino por su constante espíritu de revolución y desobediencia a las causas democráticas.
Prim buscó se hiciera no valer lo que se denomina en España la democracia, a la salida de Espartero como gobernador, comienza una revuelta y lo nombran gobernador moderado de Barcelona, a los habitantes no les gustó esta imposición y se liaron en batalla hasta expulsarlo de la ciudad, Prim se reforzó y formó un gran ejército, sitió la ciudad por un mes matando cada día hasta a diez habitantes, hasta que capituló.
Luego de varios encargos le hicieron saber que siempre sería moneda real así que mejor decidió irse a Puerto Rico buscando la paz y continuando sus labores de gobernador en alguna ciudad, estando ahí evitó la proliferación de la “peste negra” así llamadas las revoluciones de los esclavos ingleses en las islas del caribe buscando su independencia, tanto de Francia, Suecia e Inglaterra, en la isla La Martinica Prim la invadió matando a más de cuarenta esclavos como señal de advertencia a los sublevados, luego fue isla por isla haciendo lo mismo a los esclavos subversivos.
Por estas acciones Inglaterra y el gobierno danés le dieron grados militares como general y cintillos de valentía. Ha sido diputado de Cataluña, gobernador de varias islas, un verdadero héroe en favor del imperialismo español y del control del caribe, algunos de sus detractores en España le consideran un pirata pagado por la reina Isabel segunda, quien con su flota destruye navíos por todo el mar caribe para saquearlos en nombre de la reina, según algunos de sus cercanos ama el desorden, las mujeres y el saqueo, entre la cofradía de piratas se le conoce como “Barba roja” por el escudo real hispano ¡Nunca se le ha comprobado!
Ahora este este valioso español general pirata espera al general Manuel Doblado encargado de los asuntos internacionales de México ante la negación de la deuda a esta tripartida, siendo presidente validado por los Estados Unidos Benito Juárez, para comenzar a negociar si los soldados que acompañan al ejército de Inglaterra y Francia hacen valer su capacidad de invasión.
¡A un partir de piñón! Solo se espera una desacertada maniobra para dejar caer a los miles de hombres que flotan frente al puerto de San Juan de Ulúa en el paradisiaco Veracruz, lugar de la primera misa en el territorio mexicano.
Al pirata general Prim le acompañan Lord John Russell por Inglaterra para negociar de igual manera la negación de la deuda, Russell ya ha realizado la separación de lo que en estos días se conoce como el Bajo Canadá que son todas las provincias de Inglaterra al norte de Estados Unidos que no hablan francés, distribuyó noventa y siete artículos que constituyen su carta magna de estos territorios, recalcitrante pacifista no está de acuerdo que Canadá intervenga en la recién guerra de Secesión de los norteamericanos, por ello tampoco desea intervenir México.
¡Canadá siempre será Inglaterra en estas tierras!
El otro que los acompaña es el ventajoso francés y rival de armas marítimas de España Jean Pierre Isidore Alphonse Dubois, mejor conocido como Dubois de Saligny, liberal convencido de que una república es la mejor participación política quien además de la deuda de México, exige en un pliego petitorio por todas las propiedades que se le incautaron a la iglesia en México sean regresados al clero, todos los pagos a viudas de los soldados fallecidos en la guerra de reforma por parte del gobierno de Juárez – solo los conservadores- control de las aduanas marítimas y el impuesto mayor al movimiento del mercurio.
Este francés vive en Texas desde 1840 donde es dueño de uno de los más grandes territorios de haciendas que esclavizan personas para el trabajo en gratuidad de algodón y azúcar, gran amigo de Samuel Houston de quien fue su mano derecha en asuntos de negocios de la carne de cerdo, pacificó en la Haya de París los intentos de trasgredir la frontera entre los turcos otomanos y los rusos bolcheviques, para Napoleón tercero era relevante que una persona tan deschavetada e impulsiva, que todo lo arregla con pasión e inmiscuyendo tragos de ron y mujeres, de poco freno, se le echara encima al general Manuel Doblado en la negociación de la deuda.
La consigna es clara ¡Invasión sin negociación! Por parte de los franceses.
19 de febrero de 1862, Hacienda La Soledad en Veracruz, región del sotavento, primeras horas del día.
Un calor que solo se puede sentir a las dos de la tarde quema por completo el alba de este día, aún siquiera la luna ha desaparecido, los papagayos realizan ruidosos aleteos junto con pelícanos para hacerse de un guachinango para su día, el agua que corre por las fuentes de la hacienda hace se acerquen algunos animales para abrevadero, por la madrugada se escucharon los bufidos de algunos jaguares que hacen de la fuente su refresco, su rugido de aviso es potente y grave.
La hacienda de la Soledad no ha recibido invitados tan distinguidos como estas convenciones representativas y militares de Inglaterra, Francia y España, quienes vienen a la negociación para lograr que por medio del secretario de asuntos exteriores el general Manuel Doblado logre calmar los ánimos de los miles de soldados invasores que esperan patrullando el mar de Veracruz ¡Pernoctan los ejércitos tripartidas! En reacia disciplina apenas a la orden de los capitanes para invadir este convulsionado México y Doblado lo sabe.
¿Qué solicitan? El pago de la millonaria deuda – exagerada por los quejosos- que de no hacerlo la inminente invasión y ¡Nueva guerra!
El secretario de relaciones exteriores Manuel Doblado es ya una persona que ha desarrollado sus habilidades en plena experiencia, desde las militares, diplomáticas e internacionales de tal modo que no hay quien de mejor manera ejecute estas negociaciones, cierto, no es un mozalbete, pero mantiene su vigor con la fuerza que le da las jóvenes a las que Juárez le tiene acostumbrado, una hermosa mujer oaxaqueña del istmo le sirve de consorte ¡Le da el vigor que requiere para la ocasión! Ella misma es quien por la mañana le entrega su cuerpo en señal de lozanía y virilidad, le condiciona y lo pare como un soldado romano, liberal, como en los tiempos del Julio César que antes de toda batalla las mujeres montan el macho brío de los soldados, pero sin eyacular, para que fueran insaculados al campo de la muerte.
Se nota a tiempo que el general Manuel Doblado está listo a la participación, primero se entrevistará con el inglés Lord John Russell, pacifista, hombre ecuánime con una visión de la riqueza y abundancia como nadie, sabe que solo es cuestión de hablar de pagos divididos con buen interés e Inglaterra se despide de la invasión. El segundo en entrevista es el español pirata ¡Un verdadero dolor de huevos! – cómo dice el propio Doblado- pendenciero, mujeriego y asesino, un personaje que se ha nutrido de la corona y el pirataje Juan Prim y Prats quien solo le interesa el dinero ¡Un cofre de doblones de oro español será la garantía! Está todo listo.
Quien le preocupa es el francés norteamericano “Dubois de Saligny, mamón, creído, cerdo y con mucho dinero” – así lo describe el asistente del general Doblado- quien busca la fama e historias locas para contar a las mujeres que le acompañan ¡Él sí es un problema a resolver en la intrincada maniobra de Napoleón tercero de hacerse de México! Viene con la consigna de pago al pliego petitorio completo y ante cualquier negación ¡Invasión! Ellos no quieren dinero, negociación o pacificación como el Lord inglés ¡Todo México o muerte! Sin medios.
El secretario particular del general Manuel Doblado es el ahijado de Juan Nepomuceno Almonte – hijo del generalísimo Morelos- un joven lleno del liberalismo de estos tiempos y con habilidades diplomáticas únicas, su destreza en los dos idiomas es la clave para esta ocasión ¡Un desatino y se prende el polvorín!
-Su excelentísima estamos listos en la sala de plenarios de la hacienda, están servidos los canapés y nos reportan que cada embajador está listo a su llamado, el francés hace de caminar por la hacienda viendo los paisajes, pregunta en pésimo español acerca de los pueblos cercanos, la parroquia y si hubiera algún piquete de soldados o algunas zonas de militancia, nadie le responde cómo ordenó general.
– ¡No me digas general! No eres soldado, no es tu obligación – ¡Disculpe señor! – Dime de favor si están listas los papeles de cada uno deben firmar, no adelantes palabras o escritos, vas ir escribiendo como vayan suscitado las cosas ¡Si me exabrupto no lo escribas! Déjame calmar y luego te doy la señal para que continúes ¡Debemos ser puntuales con lo dicho por cada uno de ellos! Tanto la reina Isabel segunda, la reina Victoria y Napoleón tercero deben recibir el pleno y copia de lo estrictamente dicho en estos aposentos ¡No cambies intenciones! Comas, puntos o palabra alguna que pueda servirnos – ¡Sí señor! – contestó el joven secretario.
-Además de ti ¿Tenemos ayuda? – ¡Sí señor! Dos escribas y un notario nos hacen el favor de redactar de corrido lo suscitado, pretendemos con esto que si algo se me pasa ellos lo escriban.
– ¡No estás aquí por pendejo! ¿Entiendes eso? Te conseguí de entre el despacho jurídico del presidente Juárez por hábil y tu dominio del idioma ¿Los que te ayudan saben inglés y francés? – ¡Sí señor! – le contestó –Señor me gustaría hacerle una pregunta ¡Si me lo permite! – ¡Anda dime sin preocupación alguna! -.
– ¿Qué pasa por su cabeza ante este conflicto? Le veo campante y enfocado en la negociación, tal vez hasta demasiado relajado, perdón si soy atrevido mi señor, pero deseo aprender ¿No le preocupa nada? Miles de hombres solo esperan que usted y los representantes tomen decisión para saber si habrá invasión o retirada ¡Llevo sin dormir más de un mes mi señor!
El general Manuel Doblado se levantó y se dirigió hacia su librero de elegantes aromas de cedro, tomó un libro grande de color verde que decía al lomo La República, al abrirle sacó una carta y se la extendió a su joven particular, quien al recibirla descubrió tonos de rosas dulces, la leyó.
– ¿Quién firma? – preguntó Doblado – ¡María Vicenta Partida! – ¿Sabes quine es? – No señor- ¡Es mi madre! ¿Puedes de favor leer el último párrafo?
“… Hijo mío recuerda, por encima de tus convicciones personales, tus afrentas y despojos, muy por encima de toda tu corporalidad ¡Está el valor de tus palabras! Son poderosas si las usas de manera tal que incites a la gloria y la victoria ¡Pero ten cuidado! Si la usas para vanagloriar fetiches e ídolos de oropel ¡Caerás en vertiginoso destierro de tu salud! Recuerda siempre estas palabras ¡Se un hombre que honre su palabra! No habrá conflicto alguno que te domine…”
El joven secretario particular se conmovió al saber la autora de esas frases de aliento, observó en el general Doblado un dejo de ilusión y fortaleza ¡No se mueve un roble sin la voluntad de una madre! – Le esgrimió Doblado-. Guardó la carta en el mismo libro de donde la sacó, tomó camino hacia la puerta no sin antes tomar sus cigarros y una elegante caja de fósforos ¡Una ligera lágrima rodó por la mejilla del general! El joven la observó.
Abrió la puerta y de manera casi festiva le hizo la seña al particular de que salieran, una vez caminando se acercó a la sala que ya le espera la comitiva del inglés Lord John Russell, elegantes soldados ingleses en gallardas botas y estoperoles, acompañados de un uniforme de celestes latidos le hacen el saludo de concordia, se acercó el diplomático de la reina Victoria, le dio un abrazo y se sentaron, después de varios debates respetuosos ¡Se llegó al acuerdo de que Inglaterra no invadirá el país! Se retirarán las tropas que esperan la orden de invasión.
Llegó en turno a la comitiva española, después del saludo todo fue contradictorio y espeluznantemente ríspido, pero una vez el general Manuel Doblado sacó el cofre con los doblones de oro ¡La pirática escena le revolvió la mente al peninsular! Aceptó y legaron los siguientes pagos sin problema ¡España abandona la invasión!
Cuando llegó el turno del norteamericano francés… bueno ¡Francia es Francia! No se llegó a arreglo alguno, se dio la orden del desembarco de los franceses en las playas de Veracruz, violentando la asignación del acuerdo de La Soledad.
El general Manuel Doblado redactó la carta al presidente Benito Juárez “…se retiran Inglaterra y España del puerto, Francia nos declara la guerra… Voy en camino, inminente invasión francesa ¡Se hizo todo lo convenido! No accedieron ¡A las armas!
Continuará…