Héctor Aguilar Camín
2026 traerá todo esto, más lo que añada el azar. Y lo que añada, sobre todo, la variable menos previsible de todas: Donald Trump
2026 se ofrece como un reto de muchas bandas.
Para empezar, será un año de bajo o nulo crecimiento económico, el segundo consecutivo de este gobierno y el séptimo débil de la llamada 4T.
Junto a este horizonte a la baja, hay una gran cuesta de riesgo que es la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, una negociación que se antoja torpedeada desde ahora por la política de aranceles del habitante de la Casa Blanca. El T-MEC es una zona de incertidumbre.
El Mundial de Futbol debería ser una fiesta, pero puede no serlo. En 2026, como en 1968, los ojos del mundo estarán puestos en México, para lo deportivo, y para lo demás. Cosas “normales” de nuestra vida pueden resultar escandalosas para periodistas y visitantes. Digamos, la cantidad de muertos diarios. México estará bajo escrutinio global y el gobierno está ya sujeto al amago de protestas y movilizaciones anunciadas…
Más:
El gobierno empezará el 2026 tratando de imponer una reforma política que anule lo que queda de competitividad electoral. Es la pieza que falta en el establecimiento de una dictadura legal e institucional en el país.
También en 2026, el gobierno definirá a sus candidatos para la elección intermedia de 2027. Habrá gran pasión en las filas de Morena por conseguir las candidaturas del partido que juzgan todos garantía de triunfo. El gobierno tendrá que disciplinar a Morena, un partido sin disciplina, y no drenar su fuerza en el pleito interno.
El mal desempeño económico se cruzará aquí con la política. Para aceitar sus procesos de selección interna y mantener su popularidad, el gobierno necesitará un dinero que no tiene.
Habrá una presión sin precedentes sobre el gasto y sobre la economía productiva, para que el gobierno sostenga sus repartos de dinero en efectivo, y pague los costos de tribus y candidatos morenistas en campaña adelantada.
2026 traerá todo esto, más lo que añada el azar. Y lo que añada, sobre todo, la variable menos previsible de todas: Donald Trump.
La realidad dejará poco espacio al tedio.
