SERENDIPIA
Meade va por El Peje
Antes de la hora de la comida –la cochinita, los papadzules, la sopa de lima o el queso relleno–, el cuarto de guerra de José Antonio Meade fue alcanzado por unas ondas de calor, no el yucateco, que aturde tanto como el chile habanero, sino el de las encuestas que llegaron en horas previas al tercer debate.
En el vestíbulo del hotel Hyatt conversaban Meade y su esposa Juana Cuevas. Era temprano y mientras ambos se aclimataban al sopor meridano, que ayer los trató con relativa benevolencia, los generales de su campaña comenzaban a despedirse para volver a la Ciudad de México sin esperar a que el debate tuviera lugar en el Museo de la Cultura Maya.
A Mérida habían llegado la víspera, entre otros generales de la campaña, Vanessa Rubio, Aurelio Nuño, Eduardo del Río, Emilio Gamboa, Fernando Galindo, David López, Carlos Alazraki y Francisco Guerrero.
La prisa de Vanessa, Nuño y compañía había partido de la última encuesta hecha por Rolando Ocampo, que coincide con la publicada por El Heraldo de México: AMLO en primero con 38 puntos, seguido por Meade con 25 y Anaya con 23.
A los jefes en la campaña de Meade les urgía volver a tiempo a la Ciudad de México para estar en las mesas de discusión sobre el debate, en radio y televisión. ¿Cuál es el motivo de tanta prisa? El plan desde el inicio de la campaña señalaba un momento definitivo cuando Meade lograra rebasar con claridad a Anaya para ir detrás de Andrés Manuel López Obrador.
Para Rubio, Nuño y demás ese momento llegó en las últimas horas, con Anaya y su campaña dando vueltas como un navío a punto de naufragar, alcanzado por las revelaciones de uno de los hermanos Barreiro, describiendo cómo han triangulado dinero para financiar la campaña del queretano.
Para Vanessa Rubio, Aurelio Nuño, y los voceros y altos mandos de la campaña, es ahora o nunca. Por eso su retorno precipitado a la capital del país, con el propósito de no perder tiempo en la titánica faena de lograr que Meade encuentre una mejor posición para alcanzar al candidato puntero.
Mucha gente se preguntaba en la antesala del último debate, en la hermosa Mérida, qué guion o sorpresas había traído en su maleta el candidato Meade, como para que su primer equipo regresara a la Ciudad de México como alma que se la lleva el diablo.
El diablo está en los detalles, incluso en las tierras del Mayab, por cierto: ¿cómo llegó el Instituto Nacional Electoral a la decisión de que el Museo de la Cultura Maya fuera la sede del último debate? Si a cualquiera con dos dedos de verificación de datos se le hubiera ocurrido googlear, se habría encontrado con que esta obra es una de las más representativas de la corrupción en el gobierno de Ivonne Ortega, repudiado por una amplia mayoría de yucatecos que encontró en su gestión banalidad, despotismo y deshonestidad.