ENCUENTRO CIUDADANO
De temblores y corrupción
México es tierra de volcanes, huracanes y movimientos telúricos, y es mucho lo que se ha aprendido sobre los factores que nos hacen vulnerables y sobre lo que podemos hacer para mitigar sus efectos. Y si hay algo seguro, es que estos fenómenos naturales no nos darán tregua. En el caso de los terremotos, algunos factores son incontrolables y tienen que ver con la geotectónica, como la distancia al epicentro y la profundidad a la que ocurre la ruptura de la placa tectónica; y hay otros factores en los que sí podemos incidir y nos permiten estar mejor preparados. Desde la planeación e implementación de políticas públicas que favorezcan la construcción de edificaciones cada vez más seguras; el adelanto de la ciencia que permita comprender mejor el fenómeno sísmico; desarrollando ingeniería sísmica adecuada a las condiciones locales; hasta la formación de una sociedad consciente y capacitada, que sepa cómo responder a una emergencia de éste tipo.
Raúl Medina, Catedrático de Oceanografía de la Universidad de Cantabria, señala que “Los fenómenos naturales extremos siempre han existido y es, precisamente cuando el ser humano coloca bienes y servicios que pueden ser afectados por esos fenómenos naturales, cuando tenemos un desastre”. Argumenta que esos desastres se pueden prevenir en muchos casos tratándolos correctamente. En el caso de los grandes fenómenos naturales, para prevenir los riesgos se pueden conocer cuáles son las amenazas, preparar mapas de evacuación, preparar zonas donde la población pueda resguardarse, es decir, gestionar el riesgo. El experto señala la capacidad que tenemos hoy en día con modelos numéricos de poder gestionar esos desastres, y ello a partir de un “modelo conceptual de riesgo” que puede ser analizado por vía de los modelos matemáticos.
Pero no hay que perder de vista que los desastres naturales son socialmente construidos, expresa el profesor e investigador del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales adscrito al Colmex, Sergio Puente. Quién afirma que “El concepto de desastres naturales es un eufemismo que nos permite ocultar la verdad de las cosas y la responsabilidad que tenemos como ciudadanos y como autoridades”.
Y como muestra, está la versión del desastre en voz del presidente de los Empresarios Chiapanecos de la Industria de la Construcción (ECIC), Óscar Octavio Marina Alegría, quién afirmo que “La negligencia y corrupción, como el no cuidar la calidad de los concretos usados en construcciones, es una de las causas que provocó que miles de viviendas y otros edificios resultaran dañados por el terremoto”. Y pese a que el reglamento de construcción de Tuxtla Gutiérrez incluye consideraciones estructurales suficientes para que las obras resistan sismos de hasta 8.5 grados (que se hicieron obligatorias después de los terremotos sufridos en México en 1985), aún falta hacer revisiones más puntuales en la materia primas que se utilizan en una obra. Y aquí tenemos la palabra clave del desastre: la corrupción.
En la edición de enero de 2011 en la revista Nature, Nicholas Ambraseys y Roger Bilham estimaron que 83% de todas las muertes debidas al colapso de edificios durante un sismo en los últimos 30 años ha ocurrido en países que son particularmente corruptos. Los autores afirman que la industria de la construcción (con un valor estimado de 7.5 billones de dólares anuales), se considera el segmento más corrupto en la economía global. Agregando que la corrupción, la pobreza e ignorancia, son factores determinantes que contribuyen a la deficiente aplicación de los códigos de resistencia sísmica. Los autores realizaron un análisis estadístico para comparar las fatalidades causadas por sismos, entre 1980 y el 2010, con medidas de corrupción y riqueza. Para ello, usaron datos de Transparencia Internacional y del Banco Mundial. Mostrando que hay una correlación entre el ingreso nacional per cápita y el nivel de corrupción. Sin embargo, algunos países son menos corruptos que otros con niveles de ingreso equivalentes. Haití y México sobresalen como más corruptos, manteniendo la tendencia hasta éste 2017; la India, Chile y Nueva Zelanda son menos corruptos.
En el año 2009, el doctor Eduardo Reinoso, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM y especialista en Ingeniería de Riesgos Naturales, realizó una investigación para evaluar la observancia del reglamento en la construcción de edificaciones nuevas de la Ciudad de México, y destaca que el reglamento está a la vanguardia en el mundo, comparable con los que tienen en Estados Unidos, Japón o Chile, pero los resultados del estudio son alarmantes: existen serias irregularidades en su observancia derivadas de una supervisión deficiente. La integridad física de una construcción depende de la integridad social de aquellos que la construyen y cada gobierno tiene una responsabilidad con sus ciudadanos para asegurar una inspección adecuada y en particular en México, que cuenta con una historia de temblores frecuentes y desbordada corrupción. Por ello se debe tener en mente que la construcción no regulada y la corrupción, son un asesino potencial.
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