QUERETALIA
EL QUERÉTARO NACIENTE
¡Querétaro! es un alarde de mestizaje cultural sin igual que nació sin sangre y cuya historia y riqueza son cantadas por los poetas y cronistas.
La ciudad de Santiago de Querétaro es el cruce de los caminos nacionales, y no nada más por su privilegiada ubicación geográfica sino por sus constantes citas con la historia patria y su participación activa y como sede en la formación del México que hoy eleva su voz en el concierto mundial para pasar de la aldea local a la aldea global. La historia que es: “movimiento del pasado en el presente”, tiene en Querétaro, su más hondo significado.
De Querétaro salieron los misioneros que civilizaron los agrestes territorios del Norte de América y que hoy se presentan como los más vastos y ricos del mundo; de Querétaro también partieron los evangelizadores que sembraron la fe católica por toda Centroamérica, lo que convirtió a la ciudad santiagueña o santiaguense en el faro que iluminó de cultura y religiosidad a gran parte del nuevo continente. La riqueza espiritual de los queretanos se convirtió también en desarrollo y prosperidad material que muy pronto transformó a la urbe en “la Tercera Ciudad del Reino”, floreciendo las grandes construcciones religiosas y civiles que le dan el prestigio de ciudad monumental, donde de pronto estalló el barroco con todo su esplendor para orgullo de esta tierra de promisión, a la que los vates la han nombrado “la Jerusalén de América”, “nave barroca que navega en mar de historia”, “cuna de la civilización americana”, “ciudad barroca de Tierra Adentro”, y otra serie de epítetos muy cercanos a la realidad física y metafísica de la hoy metrópoli.
En su calidad de primera y única parroquia desde el origen del pueblo hasta principios del siglo XVIII, San Francisco fue el centro rector y generador de la formación física de la ciudad. La iglesia de San Francisco elevó a los cielos su mole gigante apenas se vislumbró el crecimiento de nuestro pueblo. Centro de nuestra vida espiritual, fue la primera parroquia hasta 1759 y, en 1865, catedral. El convento de San Francisco fue terminado en 1727. La riqueza espiritual de los queretanos se convirtió también en desarrollo y prosperidad material que muy pronto se convirtió la urbe en “la Tercera Ciudad del Reino”, floreciendo las grandes construcciones religiosas y civiles que le dan el prestigio de ciudad monumental, donde de pronto estalló el barroco con todo su esplendor. El 21 de julio de 1633 se estrenó el templo de Santa Clara. Elegante es su torre y soberbia su cúpula. En el interior brillan espléndidamente maravillosos retablos estilo barroco. Enormes rejas y bellos medallones cierran los coros, el pórtico inigualable de la antesacristía es majestuoso y sostiene la tribuna monumental de filigrana. La puerta de la sacristía no tiene rival. La espléndida y suntuosa construcción del templo de Santa Clara se levanta airosa en lugar prominente de la ciudad. Sus dorados retablos, sus delicadas rejas, sus maravillosos pórticos, sus soberbios muros, lo hacen admirable.
EL ORIGEN
Durante los siglos XV y XVI el actual territorio del estado de Querétaro se había constituido en zona de frontera donde confluían tres áreas culturales y políticas diferenciadas: La mexica, la tarasca y la chichimeca.
En el valle de lo que hoy es Querétaro no había nada asentado, sólo había asentamientos en La Cañada y en lo que hoy es “El Cerrito” en la pirámide de El Pueblito, porque toda la mancha urbana chichimeca estaba hacia Acámbaro y Apapátaro.
Indómito el chichimeca se aposenta en las cuevas que le brindan los cerros de su exuberante cañada; señores de los valles viven felices y se tornan agresivos contra quienes pretenden arrebatarles lo que saben suyo. No forman grupos humanos que perpetúen su huella con grandes creaciones arquitectónicas, pero sí legan su espíritu libertario, su apego a la tierra, su amor al paisaje. San Juan del Río —la antigua Iztachichimecapam—se fundó el 24 de junio de 1531 en honor de San Juan Bautista.
El valle queretano pues, donde actualmente está la ciudad de Querétaro, era una zona de frontera pero también de conflictos entre dos grandes señoríos como el tarasco y el mexica. También era tierra de guerra y tierra de nadie. Las hortalizas, las huertas, los jardines recamados de rosas, sembrados de lirios y azucenas, matizados de amapolas y yedras azules y lindas como el cielo apacible de nuestra América: todo, forma un conjunto delicioso y agradable en La Cañada dice magistralmente Orozco y Berra. La llamada “Iglesia Chiquita” fue edificada en 1529 con la llegada de los españoles a La Cañada, siendo el primer edificio cristiano en la zona, ya que el primero de todo lo que hoy es el Estado se encuentra en San Juan Dehetó, municipio de Amealco. El Calvarito, es el lugar donde se ofició la primera misa el 26 de julio d 1531, aunque el templo se haya terminado en 1737.
De la conquista aflora el Querétaro Conquistador. Primero como étnico crisol que funde en una dos razas y dos culturas; después llevando más allá de los valles y las cumbres y los ríos el arma que es Cruz y Espada -¡Caballero de Santiago!- a la persuasión de almas. Al oriente de la ciudad, en el Sangremal, lugar de la presunta batalla fundacional del 25 de julio de 1531, está el lugar más santo de esta ciudad, como afirma el cronista municipal Roberto Servín, y en la cúspide de la loma se asienta el convento y templo de la Cruz, terminados en 1683. El Colegio de Propaganda Fide, primero en América, se levanta en 1683 y comienza a enviar hacia todos los rumbos, así al brumoso Norte, California y Nuevo México, como al Sur tropical, Guatemala y Nicaragua, santos varones que derraman su sangre y son bendición de las tierras que pisan. Cientos de concheros que atiborran los días 12, 13 y 14 de septiembre la plaza de La Cruz, regalando a propios y extraños sus ritos centenarios, sus admirables danzas y sus ricos vestuarios, espectáculo único con puro sabor chichimeca, recordándonos en su grito: “Él Es Dios”, el prodigio del 25 de Julio de 1531. El único pilar fundacional de Querétaro fue Fernando de Tapia, nadie más, por su liderazgo colectivo, aún con sus diferencias con los chichimecas, logró aglutinarlos y luego se deshizo de ellos apoderándose de sus tierras.
De Querétaro salieron los misioneros que civilizaron los agrestes territorios del Norte de América y que hoy se presentan como los más vastos y ricos del mundo; de Querétaro también partieron los evangelizadores que sembraron la fe católica por toda Centroamérica, lo que convirtió a la ciudad santiagueña o santiaguense en el faro que iluminó de cultura y religiosidad a gran parte del nuevo continente. La riqueza espiritual de los queretanos se convirtió también en desarrollo y prosperidad material que muy pronto transformó a la urbe en “la Tercera Ciudad del Reino”, floreciendo las grandes construcciones religiosas y civiles que le dan el prestigio de ciudad monumental, donde de pronto estalló el barroco con todo su esplendor para orgullo de esta tierra de promisión, a la que los vates la han nombrado “la Jerusalén de América”, “nave barroca que navega en mar de historia”, “cuna de la civilización americana”, “ciudad barroca de Tierra Adentro”, y otra serie de epítetos muy cercanos a la realidad física y metafísica de la hoy metrópoli.
En su calidad de primera y única parroquia desde el origen del pueblo hasta principios del siglo XVIII, San Francisco fue el centro rector y generador de la formación física de la ciudad. La iglesia de San Francisco elevó a los cielos su mole gigante apenas se vislumbró el crecimiento de nuestro pueblo. Centro de nuestra vida espiritual, fue la primera parroquia hasta 1759 y, en 1865, catedral. El convento de San Francisco fue terminado en 1727. La riqueza espiritual de los queretanos se convirtió también en desarrollo y prosperidad material que muy pronto se convirtió la urbe en “la Tercera Ciudad del Reino”, floreciendo las grandes construcciones religiosas y civiles que le dan el prestigio de ciudad monumental, donde de pronto estalló el barroco con todo su esplendor.